viernes, 11 de octubre de 2024

 En esta publicación en mi diario de aprendizaje voy a analizar la firma del “Protocolo General de Actuación Para la Difusión de la Campaña de los Puntos Violeta en Estaciones de Tren, Aeropuertos y Puertos”, impulsado por el Ministerio de Igualdad y el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible.

Dicho protocolo fue rubricado por el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible y el Ministerio de Igualdad, así como por las entidades Adif, Aena, Renfe y Puertos del Estado, encargadas estas últimas de difundir e implementar en sus espacios públicos las iniciativas surgidas bajo el paraguas de dicho protocolo.

En síntesis, su objeto es concienciar en la lucha contra la violencia machista y extender, de forma masiva, el compromiso social y la información necesaria para saber cómo actuar ante un caso de violencia contra las mujeres, todo ello dentro de un contexto de modelos de transporte y espacios públicos igualitarios y seguros para las mujeres, prestándole así un enfoque de género a la política nacional de transporte público.

La forma concreta de implementación de este protocolo es a través del despliegue de una red de “Puntos Violeta” como medio de garantía para las mujeres (u otros colectivos vulnerables) configurando de esta manera un espacio seguro cercano y accesible de asistencia en caso de necesidad, coordinando a su vez la doble faceta de acción protectora e informativa.

El protocolo incluye, igualmente, el compromiso de elaboración y difusión de campañas anuales de concienciación y sensibilización para la erradicación de la violencia de género, incluyendo las destinadas a visibilizar los buenos tratos y combatir la violencia sexual.

El objetivo último de esta política pública consistiría en implicar a la sociedad en la lucha contra la violencia machista, acercar los servicios integrales a las víctimas a través de su entorno y facilitar información sobre cómo actuar ante un caso de violencia machista a establecimientos, entidades, empresas y organismos públicos.

Este proyecto se enmarca en una acción sostenida temporal de las medidas de concienciación y sensibilización para la erradicación de la violencia de género, incluyendo las destinadas a visibilizar los buenos tratos y combatir la violencia sexual.

Facilitará un acceso igualitario a los medios de transporte y espacios públicos, impulsando una movilidad más accesible, eficiente, eficaz e inclusiva desde una perspectiva de género de acuerdo con un modelo europeo en el que se permita a todos los ciudadanos viajar con seguridad y de forma independiente, poniendo el foco en la importancia del transporte público como medio básico para acceder a otros derechos fundamentales como son la vivienda, la educación, el trabajo o la sanidad.

De esta manera, el proyecto repercutirá de forma evidente sobre los roles de género (comportamientos que hemos aprendido y aceptado de acuerdo con los atributos asignados socialmente a hombres y mujeres), que influyen sobremanera en la violencia contra las mujeres.

En cuanto a la paridad de género y representación de las mujeres en la toma de decisiones y relaciones de poder de este proyecto, cabe destacar que en su firma existe una participación y representación equilibrada de mujeres y hombres en los puestos de poder y de toma de decisiones, dado que, en tres de las seis entidades y administraciones públicas firmantes, sus máximas representantes son mujeres.

Este protocolo debería tener un impacto y resultado beneficioso en aras a conseguir una movilidad cotidiana inclusiva y que permita la participación de todas las personas, y en especial de las mujeres, en las actividades sociales, aumentando, a su vez, la visibilidad y sensibilidad en temas de igualdad de género, y el refuerzo de la seguridad en los servicios e infraestructuras de transporte, respaldando así la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres de una forma visual y efectiva.

Desde mi punto de vista, los puntos fuertes fundamentales derivados de la implantación de este protocolo serán el acercamiento de servicios integrales a las víctimas a través del entorno en el que interactúan y la facilitación de información accesible y cercana sobre cómo actuar ante un caso de violencia machista.

Igualmente, otro punto fuerte de la medida será la visibilización del problema que motiva la acción, haciendo visible a toda la sociedad de la existencia de un problema importante que nos atañe a todos y, a su vez, publicitar la existencia de canales institucionales que ofrecen y facilitan una posible salida a la situación de la víctima.

En cuanto a las debilidades observadas en este protocolo, en el mismo no existe una descripción rigurosa, ni detallada, de los recursos económicos y humanos destinados a poner en marcha los “Puntos Violeta”, así como tampoco se especifica cuantos de ellos se implantarán, ni tampoco existe información sobre sus concretas ubicaciones.

Tampoco se conoce si existirán registros acerca de los puntos violeta creados, ciudadanos atendidos, etc., lo que facilitaría poder analizar su despliegue y eficacia en términos de actividad y resultados.


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