En esta publicación en mi diario de aprendizaje voy a analizar la firma del “Protocolo General de Actuación Para la Difusión de la Campaña de los Puntos Violeta en Estaciones de Tren, Aeropuertos y Puertos”, impulsado por el Ministerio de Igualdad y el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible.
Dicho protocolo fue rubricado por
el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible y el Ministerio de Igualdad,
así como por las entidades Adif, Aena, Renfe y Puertos del Estado, encargadas
estas últimas de difundir e implementar en sus espacios públicos las
iniciativas surgidas bajo el paraguas de dicho protocolo.
En síntesis, su objeto es
concienciar en la lucha contra la violencia machista y extender, de forma
masiva, el compromiso social y la información necesaria para saber cómo actuar
ante un caso de violencia contra las mujeres, todo ello dentro de un contexto
de modelos de transporte y espacios públicos igualitarios y seguros para las
mujeres, prestándole así un enfoque de género a la política nacional de
transporte público.
La forma concreta de
implementación de este protocolo es a través del despliegue de una red de
“Puntos Violeta” como medio de garantía para las mujeres (u otros colectivos
vulnerables) configurando de esta manera un espacio seguro cercano y accesible de
asistencia en caso de necesidad, coordinando a su vez la doble faceta de acción
protectora e informativa.
El protocolo incluye, igualmente,
el compromiso de elaboración y difusión de campañas anuales de concienciación y
sensibilización para la erradicación de la violencia de género, incluyendo las
destinadas a visibilizar los buenos tratos y combatir la violencia sexual.
El objetivo último de esta
política pública consistiría en implicar a la sociedad en la lucha contra la
violencia machista, acercar los servicios integrales a las víctimas a través de
su entorno y facilitar información sobre cómo actuar ante un caso de violencia
machista a establecimientos, entidades, empresas y organismos públicos.
Este proyecto se enmarca en una acción
sostenida temporal de las medidas de concienciación y sensibilización para la
erradicación de la violencia de género, incluyendo las destinadas a visibilizar
los buenos tratos y combatir la violencia sexual.
Facilitará un acceso igualitario
a los medios de transporte y espacios públicos, impulsando una movilidad más
accesible, eficiente, eficaz e inclusiva desde una perspectiva de género de
acuerdo con un modelo europeo en el que se permita a todos los ciudadanos
viajar con seguridad y de forma independiente, poniendo el foco en la
importancia del transporte público como medio básico para acceder a otros
derechos fundamentales como son la vivienda, la educación, el trabajo o la
sanidad.
De esta manera, el proyecto
repercutirá de forma evidente sobre los roles de género (comportamientos que
hemos aprendido y aceptado de acuerdo con los atributos asignados socialmente a
hombres y mujeres), que influyen sobremanera en la violencia contra las
mujeres.
Este protocolo debería tener un
impacto y resultado beneficioso en aras a conseguir una movilidad cotidiana inclusiva
y que permita la participación de todas las personas, y en especial de las
mujeres, en las actividades sociales, aumentando, a su vez, la visibilidad y
sensibilidad en temas de igualdad de género, y el refuerzo de la seguridad en
los servicios e infraestructuras de transporte, respaldando así la igualdad de
oportunidades para hombres y mujeres de una forma visual y efectiva.
Desde mi punto de vista, los
puntos fuertes fundamentales derivados de la implantación de este protocolo
serán el acercamiento de servicios integrales a las víctimas a través del entorno
en el que interactúan y la facilitación de información accesible y cercana
sobre cómo actuar ante un caso de violencia machista.
Igualmente, otro punto fuerte de
la medida será la visibilización del problema que motiva la acción, haciendo
visible a toda la sociedad de la existencia de un problema importante que nos
atañe a todos y, a su vez, publicitar la existencia de canales institucionales
que ofrecen y facilitan una posible salida a la situación de la víctima.
En cuanto a las debilidades
observadas en este protocolo, en el mismo no existe una descripción rigurosa,
ni detallada, de los recursos económicos y humanos destinados a poner en marcha
los “Puntos Violeta”, así como tampoco se especifica cuantos de ellos se
implantarán, ni tampoco existe información sobre sus concretas ubicaciones.
Tampoco se conoce si existirán
registros acerca de los puntos violeta creados, ciudadanos atendidos, etc., lo
que facilitaría poder analizar su despliegue y eficacia en términos de
actividad y resultados.
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